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Desmitificar la depresión: ¿sabemos realmente lo que es?

Foto del escritor: Eidos GlobalEidos Global


Al escuchar la palabra depresión, ¿cuál es la primera idea que se te viene a la mente?  ¿Creés que eres capaz de poder distinguirla de otros estados emocionales como la tristeza, la angustia o la desmotivación? Aún más, ¿crees saber cómo reconocerla en alguien y poder brindarle ayuda? Si algunas de estas preguntas te generan cierta incomodidad no te preocupes, es lo esperado. A pesar de que la mayoría creemos saber qué es la depresión, no tardamos mucho en darnos cuenta que realmente no lo sabemos. Hoy, en el Día Internacional de la lucha contra la Depresión, queremos compartirte en profundidad lo que implica transitar una depresión y ciertas pautas para poder entender desde dónde acompañar.


En primer lugar, reconocer en nosotros ciertas prácticas que no ayudan. El uso cotidiano de la palabra depresión está asociado a situaciones de tristeza como puede ser un luto o una ruptura amorosa. Incluso se suele usar para cuando un plan no resulta como fue esperado, por ejemplo cuando llueve durante un fin de semana y se nos cancelan actividades al aire libre. ¿Quién no habrá escuchado alguna vez la expresión “Uff, que domingo depre”? Estos usos de la palabra, aunque parecieran inofensivos, no hacen más que estigmatizar a la depresión como un estado emocional pasajero y poco relevante. La depresión es algo serio, no son malestares que desaparecen de un día para otro, es una enfermedad que arrastra a la persona a un estado de apatía profunda que es muy difícil de transitar. Es importante entender que la depresión puede tener un desenlace fatal si no es tratada con ayuda profesional, y absolutamente nadie está exento de contraerla. Se puede haber alcanzado todos los sueños en la vida, haber adquirido miles de hábitos saludables, y así y todo padecerla.


Ana Ribera, la autora del libro “Los días iguales”, comparte en su charla TED que el estar deprimido es el no poder reconocerse a sí mismo en un cuerpo que perdió su fuerza y su voluntad. La autora, quien transitó una depresión, y habló sobre su padecimiento en su libro, explica que las cosas que le salían espontáneamente, que daba ya por supuestas, se comenzaron a convertir en algo espeluznante e imposible de realizar. A la vez, todo aquello que la hacía sentirse ella misma, su familia, sus amigos, sus hobbies, su pareja, su trabajo, sus aficiones, etc. Todo eso, se le volvió indiferente y terrible. La depresión es una sucesión de días iguales, infinitos, llenos de angustia, ansiedad, soledad, pánico y un miedo aterrador a que la vida sea siempre así de dolorosa.



 ¿Cómo acompañar a alguien con depresión?


Acompañar a alguien que cursa una depresión es un proceso que requiere de poder soportar la angustia ante el no saber exactamente cómo ayudar. Es importante cuidarnos de expresiones como “Ya se te va a pasar”, “No es para tanto”, “¿Cómo vas a estar deprimido? ¿En serio? ¿Con todo lo bueno que tienes en la vida?,” etc. Nuestros mensajes bien intencionados pueden estar invalidando lo que la persona nos quiere comunicar e impidiendo que pueda sentirse enferma y solicite ayuda.



Sabemos que al momento de hablar sobre una depresión no existen respuestas correctas o incorrectas. De todos modos, creemos que hay algunos puntos a tener en cuenta que pueden ayudar a descubrir un mejor camino para acompañar a un familiar, un amigo o incluso, un colega:


  • Cada quién lo lleva como puede: lo real es que no existe una depresión igual a otra porque no existe una persona igual a otra. Por eso, es importante respetar lo que cada persona hace con lo que le está pasando (lo que le sirve a alguien puede no servirle a otra persona), evitar juzgar y realizar comentarios comparativos.

  • A veces basta solo con escuchar: una depresión suele estar cargada de una gran dificultad para explicar lo que a unx le está pasando. En este sentido, hablar puede ser muy útil para liberar la angustia contenida porque permite simbolizar, representar y dar lugar a algo que solo está en la mente.

  • Aunque no se ve, existe: por ejemplo, reconocer una angina por la pérdida de la voz resulta simple pero, como la depresión tiene menos signos visibles que otras enfermedades, puede ser más difícil reconocerla. Evitemos caer en errores como minimizar lo que la persona siente refiriendo que está “exagerando”.

  • La persona que está atravesando una depresión te valora, aunque parezca que no: a veces nos parece que la persona que está atravesando una depresión está centrada en sí misma, ensimismada, hablando todo el tiempo de sí y preocupada sólo por lo que le pasa. Eso nos puede llevar a tildarla de “egoísta” y generar hasta rechazo. Sin embargo, recordemos que no es que la persona no quiere prestarnos atención, es que no puede porque está atravesando un proceso difícil que la lleva a desconectarse de lo externo; evitemos tomarlo personal.

  • Es imposible predecir la duración: vivimos en una sociedad y en una época en la que estamos acostumbradxs a que todo sea express. Atravesar una depresión no es algo que suceda de la noche a la mañana ni salir de ella es una línea recta; por el contrario, es un proceso que tiene altos y bajos, idas y vueltas y que requiere de mucha paciencia y contención.

  • Soportar la incomodidad de no saber y no poder con todo: recordemos que existen personas especializadas como psicólogxs y psiquiatras que se dedican al cuidado de la salud mental y que lo mejor para llevar una depresión siempre es buscar ayuda profesional que acompañe este proceso. 



Desde la perspectiva de la salud mental, el Día Internacional de la Lucha contra la Depresión nos  invita a hablar de esta enfermedad en sí misma, sin miedos ni pruritos, sincerarnos y mirar a la persona que tenemos al lado (y a nosotros mismos). No es algo ajeno, no es un enemigo externo, que viene de muy lejos a atacarnos, del cúal podemos defendernos. La depresión es un efecto propio de las formas de vida que predominan en la mayoría de las sociedades contemporáneas y que nos invita a reflexionar sobre nuestra complicidad con la misma.


Este día nos anima también a poner sobre la mesa el hecho de que convivimos con esta enfermedad en los distintos espacios de nuestras vidas, no es algo que se queda en casa. Por ejemplo, en el ámbito laboral, donde pasamos la mayor parte de nuestro tiempo. 


Por último, te queremos compartir algunas preguntas que pueden ser un disparador para hablar del tema: ¿en tu centro laboral se puede hablar abiertamente de la depresión?, ¿qué podrías hacer para que ese espacio sea un lugar seguro para alguien que está atravesando una depresión?, ¿existe un protocolo a seguir para la salud mental?, ¿qué buenas prácticas se podrían comenzar a implementar para el cuidado de la salud mental de tu equipo de trabajo?

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